Hoy he estado en Fuengirola viendo al kinesiólogo y no puedo estar más contenta. Los esfuerzos de casi dos años han dado sus frutos. El resultado: me encuentro fenomenal y mi terapeuta me ve aún mejor. Después de testarme me ha dado una serie de recomendaciones, además de un "tratamiento" más sencillo que en otras ocasiones y con una finalidad a largo plazo, para terminar diciéndome que ya nos veríamos un 1 ó 2 años. Ya podéis imaginaros nuestra alegría, o mejor dicho nuestra euforia.
Han sido casi dos años de esfuerzo en el más amplio sentido de la palabra, pero está claro que ha merecido la pena... Le he hecho un guiño a un tratamiento médico permanente que para controlar un problema iba a provocar "unos cuantos" más. Junto con los complementos alimenticios que han ayudado a equilibrar mi organismo, la cuestión más importante ha sido el control de la alimentación. Durante todo este tiempo he aprendido, comprendido y experimentado que ésto último (el control de la alimentación) es básico y fundamental para un estado de salud óptimo. Siempre se ha dicho que somos lo que comemos, y eso se refleja en todo nuestro ser. Nuestro pelo, nuestra piel, nuestro organismo al completo nos habla constántemente con múltiples señales, sólo que a veces no sabemos escucharlo o no queremos hacerlo, y no nos damos cuenta de lo importante que es saber entendernos para actuar en consecuencia y ponerle remedio cuando aún estamos a tiempo. Todos, sin excepción, deberíamos optar por una alimentación sana independiéntemente de si padecemos alguna enfermedad o no, y por alimentación sana hay que entender que no sólo se habla de frutas y verduras sino también de no abusar del azúcar, de los refinados, de los lácteos, de las proteinas animales, etc... Todo es importante en su justa medida, sin extremos ni obsesiones. Hay una frase que dice: "La virtud se encuentra en el término medio", y ésto también se aplica a la hora de comer.
Hemos ganado una batalla pero la lucha continúa si no quiero volver a donde empecé...
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