martes, 23 de octubre de 2012

UN GIRO CRUCIAL

   Durante esa "pausa" tuvimos tiempo para pensar de todo. En una visita a mi doctora de cabecera por un resfriado y ante la imposibilidad de recetarme nada que no afectara al hígado, me preguntó si no había pensado en la homeopatía. Esa fue la primera vez que vi las cosas desde otro punto de vista y si me venía bien podía ser una alternativa. La verdad es que no lo dudé mucho porque no tenía nada que perder y sí mucho que ganar por lo tanto me dije ¿y por qué no? Además tenía el pleno apoyo de mi marido, como siempre.
   Tengo que decir que desde el primer momento me sentí muy cómoda con la homeópata, y me ofreció una serie de opciones que hasta entonces no se me había ocurrido y que no pintaban nada mal. Así que dicho y hecho, me puse en tratamiento con ella.
   Al poquito tiempo, al comentarle mi situación a una amiga (una buena amiga sin duda) me planteó otra cuestión que yo desconocía totalmente, y era la kinesiología. Como en la ocasión anterior volví a pensar que por probar no perdía nada así que allá fuimos.
   Para la revisión con el digestivo, de nuevo ecografía abdominal y analítica de sangre. Una vez en la consulta el médico seguía insistiendo en que debía ponerme en tratamiento a pesar de tener una ecografía normal, otra vez, y una analítica en la línea de las anteriores. En aquel entonces yo llevaba algún tiempo en tratamiento con la homeópata y aproximadamente un mes con el kinesiólogo, y para contrastar, me había realizado otra analítica por mi cuenta, que le enseñé al especialista justo después de que me dijera que tratamiento sí o sí. Le expliqué que durante ese tiempo yo me había buscado la vida con otras alternativas en vistas de lo que se me avecinaba. No es que le entusiasmara la idea pero comprendió mi actitud y lo mejor fue su reacción al ver el análisis que yo le llevaba; puso los ojos como platos y se echó para atrás en su asiento diciendo: -"Hombre, esto es otra cosa..." Y es que yo le presenté unos resultados prácticamente normales a excepción de unos anticuerpos que todavía andaban un poco a su aire, aunque tampoco nada alarmante. ¿Y cuál fue su solución? Pues volver a darme otros 6 meses y ya se vería.
   Es curioso ver como la medicina convencional se preocupa por la salud, por supuesto, pero todo se arregla con una pastilla, o con muchas como hubiera sido mi caso y el de otras muchas personas. Sin embargo, desde otros puntos de vista médicos se tiene mucho más en cuenta nuestro equilibrio interior en un sentido más amplio, a nivel energético, a nivel de sensaciones y vivencias, a nivel de alimentación, etc.., y todo ello hacen que cada biología individual sea única, y por lo tanto único su tratamiento.
   En el caso de la homeópata el tratamiento era bastante sencillo, consistía en tomar unos gránulos sublinguales (debajo de la lengua) al levantarme por la mañana, y la recomendación del kinesiólogo fue realizar una dieta llamada dieta de la zona y tomar una serie de complementos alimenticios enfocados a depurar y desintoxicar mi organismo. Todo ello supuso un pequeño esfuerzo para una gran recompensa...

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